Presentación de Viktor Orbán en el XXXI Campamento Gratuito de Verano para Estudiantes y Universitarios de Bálványos
el 23 de julio de 2022, Băile Tuşnad

¡Les deseo un buen día, damas y caballeros!

Me alegro de verles. Zsolt Németh me invitó y me ha traído aquí esta mañana con la advertencia de que debería hablar exactamente la mitad de lo que quisiera. “Mitad” – es una buena palabra en húngaro. Una vez le preguntaron al Papa cuántas personas trabajaban en el Vaticano y dijo “la mitad”. Bueno, intentaré transmitir mi punto de vista de manera concisa. No será fácil escucharlo porque tengo mucho que decir y puedo ver que hará calor. Pero el cordero sano aguanta su pelo y, después de todo, nos vimos por última vez en 2019, hace tres años. Da gusto volver a estar juntos, libremente con amigos, sentarnos en la terraza y tomar nuestro spritz. Tenemos una buena razón para beber un Fidesz-spritz, es de dos tercios a un tercio, y esto también revela que hay cosas eternas.

El mundo ha cambiado mucho desde la última vez que nos vimos. En 2019, pudimos participar en un campamento extremadamente optimista y esperanzada. Sin embargo, la década que ahora se abre ante nosotros será claramente una década de peligros, guerras e incertidumbre, como bien lo ejemplifican las escenas de aquí. Que lo hagan tan cortésmente como los policías de Budapest han procedido en los puentes con los drogadictos. Así que hemos entrado en una era de peligros, y los pilares de la civilización occidental, que antes se creían inquebrantables, se están resquebrajando. Cito aquí tres de esos shocks. Antes pensábamos que vivíamos bajo el caparazón protector de la ciencia, y entonces nos ha tocado el COVID. Pensábamos que no ya podía haber guerra en Europa, y ahora hay una guerra en la vecindad de Hungría. Y pensábamos que la Guerra Fría no podía volver, ahora bien, muchos líderes mundiales están trabajando justamente para reorganizar nuestras vidas en torno a bloques.

Dado que estos fenómenos no los mencioné en absoluto en 2019, pues nos enseñan a ser humildes, ya que reflejan que nuestra capacidad predictiva tiene serios límites. Lo cual le advierte al que habla del futuro a ser modesto. En 2019 no hablé de la pandemia, ni de una guerra en Europa, ni de otra victoria de dos tercios, ni del regreso de la izquierda alemana, ni de que les ganaríamos a los ingleses a 0-4 en casa. Entonces, si estás buscando el futuro, el consejo más importante es la modestia y la humildad. No puedes quitarle el pan al Señor de la Historia. Les invito a escuchar de esta manera lo que voy a decir. Voy a empezarlo desde muy lejos, antes de llegar aquí, a la región de Székely.

¡Queridos amigos!

Lo que más llama la atención cuando miramos el mundo es que, a la luz de los datos, el mundo parece ser un lugar cada vez mejor, mientras que nosotros sentimos lo contrario. La esperanza de vida alcanzó 70 años, en Europa es de 80 años. La mortalidad infantil se ha reducido en un tercio en treinta años, y la desnutrición en el mundo, que era del 50 por ciento en 1950, ahora es del 15 por ciento. La proporción de personas que viven en la pobreza, que era del 70 % en el mundo en 1950, es solo del 15 % en 2020. El porcentaje de personas alfabetizadas en el mundo ha aumentado al 90 por ciento, el número de horas de trabajo por semana, que era de 52 horas por semana en 1950, es de 40 horas por semana en la actualidad, y el tiempo libre ha aumentado de 30 a 40 horas. Podría seguir citando más y más cifras, aun así, la impresión en general es que el mundo está empeorando. Las noticias y su tono son cada vez más oscuros, y hay una especie de expectativa apocalíptica que va cobrando fuerza. La pregunta es, ¿podría ser posible que millones de personas simplemente malinterpreten lo que les está pasando? Mi interpretación de este fenómeno es que nuestro mal humor es un sentimiento de vida fundamentalmente occidental, que se deriva del hecho de que el poder, el rendimiento, la autoridad y la capacidad de acción de la civilización occidental están decayendo. Ante lo cual los occidentalistas, es decir, los occidentalistas arraigados, tienden a agitar la mano aburridos, diciendo que Spengler ya había escrito la decadencia del Occidente, y el Occidente aún sigue existiendo, de hecho, si podemos, preferimos enviar a nuestros hijos a las universidades del Oeste y no a las del Este. Así que no hay gran problema aquí. Pero la realidad es que cuando hablaban de la decadencia de Occidente hace cien años, hablaban de una decadencia intelectual y demográfica; sin embargo, lo que vemos hoy es la disminución material y del poder en el mundo occidental. Necesito decir algunas palabras sobre esto para que podamos entender exactamente la situación en la que nos encontramos.

Es importante entender que las otras civilizaciones también se han modernizado: la civilización china, la india, la rusa más bien denominada ortodoxa, e incluso la propia civilización del Islam. Ahora vemos que las civilizaciones rivales han adoptado la tecnología occidental y han aprendido el sistema financiero occidental, pero no han adoptado los valores occidentales y no tienen la menor intención de adoptarlos. No obstante Occidente quiere difundir sus propios valores, que a los demás les parecen humillantes, cosa que entendemos, a veces incluso a nosotros nos da esta sensación. Recuerdo una experiencia de nuestro ministro de Relaciones Exteriores, Péter Szijjártó, de alrededor de 2014, todavía en época de la anterior administración estadounidense, cuando un funcionario del gobierno estadounidense que estaba de visita, le arrojó descuidadamente una hoja de papel y simplemente dijo que la constitución húngara debería ser enmendada en esos puntos, y entonces la amistad sería restaurada. Así que entendemos esta resistencia por parte del resto del mundo a la difusión de los valores occidentales y a la exportación de la democracia. Además, sospecho que el resto del mundo se ha dado cuenta de que necesita modernizarse precisamente porque esa es la única forma en que puede resistir la exportación de los valores occidentales que le son ajenos. Lo más doloroso de esta pérdida de espacio, de esta pérdida de poder y de espacio material, es que nosotros, es decir, el Occidente, hemos perdido el control sobre los portadores de energía. En 1990, el 90 por ciento del petróleo, del gas natural y del carbón estaba controlado por Estados Unidos y Europa. Esto se redujo al 75 por ciento en 1950, y hoy la situación es la siguiente: Estados Unidos y Europa juntos controlan el 35 por ciento, – Estados Unidos el 25, nosotros el 10 por ciento -, los rusos el 20 por ciento y Medio Oriente el 30 por ciento. Y lo mismo ocurre con las materias primas. A principios del siglo XX, los EE. UU., los británicos y los alemanes controlaban una parte importante de las materias primas necesarias para la industria moderna. Después de la Segunda Guerra Mundial, entraron los soviéticos, y hoy vemos que estas materias primas las tiene Australia, Brasil y China, de la manera que el 50 por ciento de las exportaciones totales de materias primas de África se dirigen a China. Pero mirando hacia el futuro, tampoco es muy bueno lo que vemos, porque en 1980 todavía los EE. UU. y la Unión Soviética dominaban la mayor parte de la distribución de los minerales de tierras raras, que constituyen la materia prima de la industria basada en la tecnología moderna, y hoy los chinos producen cinco veces más que los EE.UU. y sesenta veces más que los rusos. Esto significa que el Occidente está perdiendo la batalla material. Si queremos entender la situación mundial, y la situación de la gente occidental en el mundo, debemos partir del hecho de que la mayoría de los recursos y de los portadores de energía quedan fuera de la civilización occidental. Estos son los hechos duros.

Dentro de esto, nuestra situación, la situación de Europa, es particular y doblemente difícil. Esto se debe a que Estados Unidos tiene la estrategia la que tiene. 2013 fue un año que nadie recordó y tampoco fue anotado en ninguna parte, a pesar de que fue el año en que los estadounidenses iniciaron nuevas tecnologías de extracción de energía y de materias primas. En aras de la simplicidad, llamemos a esto método de fracturación para la extracción de energía. Inmediatamente se anunció una nueva doctrina de política de seguridad estadounidense. Lo cito, suena así: “esta nueva tecnología” – dicen – “significa una posición más fuerte en el campo de la seguridad internacional, en la seguimiento y realización de nuestros objetivos”. En otras palabras, los estadounidenses no ocultaron el hecho de que utilizarían la energía como arma de política exterior. No nos dejemos engañar por el hecho de que ellos suelen acusar a otros de esto. Y de esto se deduce que los estadounidenses utilizan una política de sanciones más audaz, y lo vemos a la sombra de la actual guerra ruso-ucraniana, y comenzaron a alentar enérgicamente a sus aliados, que seríamos nosotros, a comprar energía procedente de los EE. UU. Y esto funciona, los estadounidenses pueden hacer valer su voluntad porque no dependen de la energía de otros. Son capaces de ejercer presión hostil porque controlan las redes financieras necesarias para la política de sanciones – llamémoslo sistema SWIFT, por simplicidad -, y también son capaces de ejercer presión amistosa, es decir, pueden persuadir a sus aliados para que les compren a ellos. Al principio esta política se presentó de una manera más débil. Cuando el presidente Trump visitó Polonia por primera vez, solo habló de “free gas”. O sea que se debía comprar gasolina libre. La política de sanciones solo se ha sumado a esta estrategia estadounidense ahora, en 2022. Aquí es donde nos encontramos ahora, y no me sorprendería si pronto el uranio y la energía nuclear también se incluyeran en este círculo. Los europeos respondieron ante esto, o sea, nosotros, los europeos respondimos ante esto: no queríamos hacernos dependientes de los estadounidenses. No es bonito, pero los políticos europeos solían decir entre sí que hemos atrapado a un yanqui, pero no nos suelta. Realmente no apetecía mantener este estado de cosas, por lo que intentaron proteger el eje energético alemán-ruso durante el mayor tiempo posible, es decir, mantuvieron posible traer energía de Rusia a Europa. Esto es lo que la política internacional está destruyendo actualmente. Después de eso, dimos otra respuesta, liderada por los alemanes: el cambio a fuentes de energía renovables, pero esto no ha funcionado hasta ahora, porque la tecnología es costosa y, en consecuencia, también lo es la energía derivada de ella. Además, la transición a esta nueva y moderna tecnología no ocurre por sí sola, solo bajo una presión de nivel superior. Y esta presión superior la está ejerciendo la Comisión de Bruselas sobre los Estados miembro, aun si así perjudica gravemente los intereses de estos Estados miembro.

Abro un paréntesis para poder decir también unas palabras sobre los valores europeos. Aquí, por ejemplo, está la última propuesta de la comisión de la Unión Europea, que dice que todos deben reducir su consumo de gas en un 15 por ciento. No veo cómo lo van a forzar, aunque existe un “know how” alemán para esto, quiero decir, procedente de épocas anteriores. Y encima, si esto no diera resultados, y alguien no tuviera suficiente gas, entonces lo quitarían de aquellos que sí lo tengan. Lo que está haciendo la Comisión Europea no es pedir a los alemanes que no apaguen sus últimas dos o tres centrales nucleares que aún están en funcionamiento ya que producen energía barata, sino les deja que las apaguen, y si la energía se les acaba, entonces nos lo quitarán de alguna manera a nosotros, los que la tenemos, porque la hemos almacenado. Nosotros esto lo llamamos “einstand”, o botín, como nos lo enseñaron los chicos de la calle Pál (referencia a la obra literaria clásica de Ferenc Molnár – S.A. OFFI). Podemos prepararnos para esto.

Summa summarum, ¡damas y caballeros!

Quiero decir que los sentimientos negativos acerca del mundo existentes en Occidente provienen del hecho de que la energía y las materias primas decisivas y necesarias para el desarrollo de la economía ya no están en manos del Occidente. El Occidente tiene capital y poder militar. La pregunta es, qué se puede alcanzar con esto en las circunstancias actuales.

Después de eso, permítanme hablar de nosotros, los húngaros. ¿Cuáles son las cuestiones que Hungría, la nación húngara debe responder hoy? ¿cuál es su orden y cuáles son nuestros recursos ante estas cuestiones? Estas cuestiones se sobreponen, tal como las capas de una tarta Dobos. Las más importantes están abajo, las más ligeras y los mejores bocados están arriba. Ahora voy a seguir este orden.

El primer y más importante desafío, queridos amigos, sigue siendo el índice de natalidad y la demografía. La verdad es que todavía hay muchos más funerales que bautizos. Y nos guste o no, los pueblos del mundo se pueden dividir en dos grupos. Hay quienes son capaces de mantenerse biológicamente. Nosotros pertenecemos al otro grupo, a los que no lo logran, y nuestra situación ha mejorado, pero no ha alcanzado un punto de inflexión, a pesar de que este es el alfa y el omega de todo. Si esto no va a cambiar, tarde o temprano otros van a poblar Hungría, la cuenca de los Cárpatos se poblará de otros.

El segundo desafío es la migración. También podemos llamarlo intercambio o inundación de poblaciones. Recientemente se ha publicado en Hungría un gran libro, un libro francés escrito en 1973, que habla de este tema, titulado “El campamento de los santos”. Se lo recomiendo a todo el mundo si quiere entender cuál es la explicación de los procesos mentales que hay detrás de la incapacidad de los occidentales para defenderse. La migración ha dividido a Europa. También podría decir que Occidente está dividido. En una parte hay un mundo donde los pueblos europeos y no europeos viven juntos. Estos países han dejado de ser naciones. Estos países son conglomerados de pueblos. También podría decir que esto ya no es el Occidente, sino el post-Occidente, y – de acuerdo con las leyes matemáticas – alrededor de 2050 se producirá el cambio demográfico definitivo: en esa parte del continente, en las grandes ciudades, la proporción de las personas de origen no europeo superará el 50 por ciento de la población. Y aquí está la otra mitad de Europa, o bien, del Occidente: esto es Europa Central, que somos nosotros. También podría decir, si no fuera un poco confuso, que Occidente, digamos, se trasladó a Europa Central, en un sentido espiritual. Occidente está aquí, y allí sólo queda el post-Occidente. Y hay una batalla entre estas dos partes de Europa. Aunque hemos ofrecido una propuesta de tolerancia a los post-occidentales, de dejarnos en paz mutuamente, y que cada uno pueda decidir por sí mismo con quién quiere vivir, pero la han rechazado y continúan luchando contra Europa Central con el objetivo de hacernos similares a ellos. Ahora pongamos entre paréntesis los comentarios morales formulados acerca del tema, después de todo, es una mañana tan hermosa. Aunque ahora se hable menos de migración, créanme, nada ha cambiado. Bruselas, complementada con las tropas de Soros, simplemente quiere imponernos a los inmigrantes. Y fuimos llevados al Tribunal por el sistema húngaro de protección fronteriza, y fuimos condenados por el Tribunal. Solo que – debido a distintas razones – ahora hablamos menos de esto, pero estamos condenados. Si no hubiera una crisis por los refugiados ucranianos, ya habrían comenzado a ejecutar esta sentencia sobre nosotros, lo cual es una pregunta excitante de cómo será llevado esto a cabo. Pero ahora que ha estallado la guerra y estamos recibiendo gente de Ucrania, este tema se ha dejado de lado; pero no lo han retirado de la agenda, simplemente lo han dejado de lado. Es importante que los entendamos. Es importante entender que esta buena gente en Occidente, en el post-Occidente, no puede levantarse cada mañana de esta manera, envenenando sus días, incluso su vida entera, con el pensamiento de que ya todo está perdido. Pues no queremos enfrentarlos con esto día y noche, solo les pedimos que no quieran imponernos un destino que nosotros no vemos como destino, sino más bien como la perdición de una nación. Eso es todo lo que pedimos y nada más.

Aquí hay un truco ideológico del que vale la pena hablar y prestar atención en un entorno tan multiétnico. La izquierda internacionalista tiene un truco, una treta ideológica: su pretensión, su alegación de que en Europa viven mestizos desde el principio. Este es un trampantojo histórico y semántico porque confunde cosas diferentes. Porque hay un mundo donde los pueblos europeos se mezclan con gente de fuera de Europa. Bueno, este es el mundo de razas mixtas. Y somos nosotros, donde los pueblos que viven dentro de Europa se mezclan entre sí: se mueven, trabajan y se trasladan. Por eso, por ejemplo, en la cuenca de los Cárpatos, nosotros no somos mestizos, sino simplemente una mezcla de los pueblos que viven dentro de nuestro propio hogar europeo. Y cuando la constelación es afortunada y soplan buenos vientos, entonces estos pueblos se fusionan en una cierta salsa húngara-panónica, creando así una nueva cultura europea propia. Siempre hemos luchado por ello. Estamos dispuestos a mezclarnos entre nosotros, pero no queremos convertirnos en una raza mixta, por eso luchamos en Belgrado (Nándorfehérvár), por eso detuvimos a los turcos en Viena, y si entiendo bien, por eso los franceses detuvieron a los árabes en Poitiers en tiempos antiguos. La situación actual es que la civilización islámica, que avanza constantemente hacia Europa, se ha dado cuenta de que la ruta a través de Hungría no es adecuada para enviar a su gente a Europa, precisamente por nuestras tradiciones de Nándorfehérvár. Por eso volvieron a Poitiers: no entran desde el este, sino desde el sur. Ocuparán e inundarán el Oeste desde allí, y quizás esto no sea cosa para nosotros todavía, pero les legará una tarea muy importante a nuestros hijos. Tenemos que defendernos no sólo del sur, sino también del oeste, y llegará el momento en que de alguna manera deberemos recibir a los cristianos que vendrán de allí y deberemos integrarlos en nuestra vida. Esto ya ha sucedido antes, y aquellos a quienes no queramos dejar entrar – independientemente de Schengen – tendrán que ser parados en nuestras fronteras occidentales. Pero esta no es una tarea actual, no es tarea de nuestras vidas. Todo lo que tenemos que hacer es preparar a nuestros hijos para que puedan hacerlo. Como lo dijo László Kövér en una entrevista: debemos tener cuidado para que los buenos tiempos no críen gente débil, ya que esa gente débil traerá luego malos tiempos a nuestro pueblo.

¡Queridos damas y caballeros!

La demografía, la migración… y la siguiente capa es la idea del gender, lo que para nosotros se refleja en la ley de protección infantil. No se olviden, ahora se habla menos también de esto, porque otro tema ocupa las portadas de los diarios, pero también fuimos llevados a juicio por este asunto y estamos esperando el veredicto. El único resultado que hemos logrado en este tema se debe en parte, o quizás en su totalidad, a la ministra Judit Varga. Conseguimos separar nuestro gran debate sobre el tema de género y el debate sobre los fondos de la Unión Europea, y los dos debates ahora avanzan por caminos separados. Cierto es que nuestra posición es simple también en este tema, digamos es otra propuesta de tolerancia por nuestra parte. Nosotros no queremos decirles cómo vivir, solo les pedimos que acepten que para nosotros el padre es un hombre, la madre es una mujer y a nuestros hijos los dejen en paz y que lo hagan aceptar también al ejército de György Soros. Sería importante que el Occidente entendiera que esto no es un tema ideológico en Hungría y en esta parte del mundo, sino es simplemente el tema más importante de la vida. En este rincón del mundo, nunca gozará de mayoría esta locura occidental, pido perdón por la expresión. Sencillamente esto no entra en la mente de la gente húngara y en la de los hijos de algunas otras naciones más. Hay todas estas cositas de género: lo transnacional y lo transgénero, pero nosotros como máximo podemos llegar hasta pronunciar Transilvania, pero aún esto en húngaro se denomina Erdély. No podemos más. Así que les pido que no nos equivoquemos, que no nos dejemos engañar: hay una guerra, hay una crisis energética, una crisis económica y una inflación de guerra, y todo eso pone una mampara frente a nuestros ojos, pone una pantalla entre nosotros, además el tema de género y migración. Pero, de hecho, el futuro gira en torno a estas cuestiones. Esta es la gran batalla histórica que libramos: demografía, migración y género. Y esto es precisamente lo que está en juego en la lucha entre izquierda y derecha. No voy a nombrar el país amigo, solo me refiero a él. Hay un país donde ha ganado la izquierda, y entre sus primeras medidas tomadas fue derribar las vallas en la frontera, y la segunda medida fue reconocer todas las normas de género, además del matrimonio entre personas del mismo sexo, hasta su derecho a adoptar hijos. No nos dejemos engañar por los conflictos actuales, ya que nuestro futuro depende de estos temas.

¿Cómo podemos defendernos? Primero, siendo determinados. Y luego buscando aliados. Esto es lo que les dio a los países del V4 su importancia. Pues, la gran importancia de los Cuatro de Visegrád en los últimos tiempos ha consistido en que pudimos proceder unidos en estos temas. La situación es que los post-occidentales no por casualidad hicieron todo lo posible para romper el grupo de los cuatro de Visegrád. Además, ha estallado la guerra que ha sacudido la cooperación polaco-húngara, que era el eje de la cooperación V4. Los intereses estratégicos de los polacos y los húngaros son coincidentes en relación con la guerra. También ellos quieren que los rusos no se pongan más cerca, al igual que nosotros, quieren que se mantenga la soberanía de Ucrania y que haya democracia en Ucrania. Los dos queremos exactamente lo mismo, pero, aun así, esta guerra complica la relación con nuestros amigos. Ya que, desde la razón, los intereses que he mencionado coinciden de forma identificable. El problema lo provoca el corazón. En las relaciones húngaro-polacas hay un problema de corazón. Ya que nosotros vemos esta guerra como una guerra entre dos pueblos eslavos, de la que queremos quedarnos fuera, mientras que los polacos consideran que están dentro de ella, esta es su guerra, ellos ya casi la están luchando. Y en este asunto, debido a que se trata de un asunto del corazón, no podemos ponernos de acuerdo, por lo tanto, debemos usar la razón para salvar todo lo posible de la amistad y alianza estratégica polaco-húngara para los tiempos de la posguerra. Ahora, desde luego están aquí nuestros amigos checos y eslovacos, pero ha habido cambios de gobierno, y allí hoy prefieren el mundo post-occidental, no asumen los conflictos con Bruselas, prefieren acumular buenos puntos ante Bruselas. En mi opinión, es como atar los caballos en un establo en llamas. ¡Buena suerte para ello!

El cuarto tema que nos toca es el tema de la guerra. Todas las guerras se pueden ver desde muchas perspectivas diferentes, pero principalmente cada guerra consiste en el hecho de que las madres lloran por sus hijos y los hijos pierden a sus padres. Este enfoque debería superar todo lo demás, incluso en la política. Para el gobierno húngaro, esto significa que nuestra obligación principal es garantizar que los padres y los niños húngaros no terminen metidos en tal situación. Me gustaría mencionar aquí que hay países que nos critican porque consideran que no estamos lo suficientemente comprometidos con los ucranianos, no obstante, ellos están lejos y como máximo dan apoyo financiero o de armas, pero los húngaros somos los únicos, aparte de los ucranianos, que hoy mueren en la guerra. Según nuestros registros, 86 húngaros han muerto en esa guerra hasta el momento. Y este es un punto de vista completamente diferente. Solo los húngaros hemos dado sangre en esa guerra, en cambio los que nos critican no lo han hecho. Por lo tanto, como país vecino, Hungría tiene derecho a decir que la paz es la única solución para salvar vidas humanas y el único antídoto contra la inflación y la crisis económica en tiempos de guerra.

¿Cómo vamos a pensar acerca de esta guerra en el futuro? Mantendremos nuestra opinión de que esta guerra no es nuestra. Hungría es miembro de la OTAN, y nuestro punto de partida es que la OTAN es mucho más fuerte que Rusia, por lo que Rusia nunca atacará a la OTAN. La frase de que no se detendrán en Ucrania es una débil, pero comprensible frase de propaganda ucraniana, lo cual entiendo, porque su objetivo es involucrarnos, involucrar a tantos países como sea posible de su lado en esta guerra, pero esta frase carece de toda base realista. Al mismo tiempo, como somos miembros de la OTAN y queremos quedarnos fuera de esta guerra, nuestra situación se ha vuelto delicada, ya que la OTAN y la Unión Europea han decidido que, aunque no se convertirán en partes beligerantes, pero suministrarán armas e impondrán fuertes medidas y sanciones económicas. Y nos guste o no, esto significa que de facto – enfatizo que no de jure, sino de facto – se han convertido en partes de este conflicto. Bueno, ahora están en una situación peligrosa, en la que tienen que ayudar de alguna manera a los ucranianos como partes de facto, sin que las autoridades de Moscú lo perciban así, para que, a los ojos de Moscú, esto no se convierta en una situación en la que nosotros, o sea, la OTAN y la Unión Europea, nos convertimos en beligerantes formales. Este es el punto donde la Unión Europea y la OTAN se equilibran todos los días, asumiendo enormes riesgos.

Dado que hay mucho que se puede leer sobre la guerra, si aún pueden mantener la atención, me gustaría decir algunas palabras sobre ¿cómo surgió esta guerra? y ¿cuál fue el motivo? Por supuesto, todos sabemos que Rusia atacó a Ucrania. Esto es lo que ocurrió. Ahora vamos a ver ¿cuál fue la razón de esto? Para mencionar el problema, ya que una vez que una persona entiende algo, está a solo un paso de aceptarlo. Pero es muy importante distinguir moralmente entre entender algo y aceptar algo. En concreto esto significa que es importante entender por qué hicieron los rusos lo que hicieron, pero esto no significa que, si lo entendemos, entonces también aceptamos lo que hicieron. Los rusos formularon una demanda de seguridad muy clara, además – de una manera rara en la diplomacia – incluso la pusieron por escrito y la enviaron a los estadounidenses y la enviaron a la OTAN. Allí está escrito que exigen que Ucrania nunca se convierta en miembro de la OTAN, que Ucrania lo declare, y que la misma OTAN se lo asegure a Rusia, y que nos comprometamos a nunca colocar armas en el territorio de Ucrania que puedan servir para alcanzar territorios de Rusia. Los occidentales rechazaron esta propuesta y no estaban dispuestos ni siquiera a negociar al respecto. Dijeron que la OTAN tenía una “open door policy”, es decir, las puertas están abiertas, cualesquiera pueden postularse, y luego ya decidiremos si los queremos dejar entrar o no. Y esta negativa trajo como consecuencia que hoy los rusos usan las armas para hacer valer sus demandas de seguridad, que antes querían lograr mediante negociaciones. Tengo que decir que si hubiéramos tenido un poco más de suerte y el presidente de los Estados Unidos de América se hubiera llamado Donald Trump en esa hora crucial y hubiéramos logrado convencer a Angela Merkel de que no se fuera, o sea que, si Donald Trump hubiera sido el presidente de los Estados Unidos y Angela Merkel la canciller alemana, entonces esta guerra nunca habría estallado. Pero tuvimos mala suerte, así que ahora estamos en esta guerra.

En esta guerra, la estrategia occidental se basa en cuatro pilares. Es una estrategia que parece sensata sobre el papel, quizás incluso hay cifras detrás. La primera es que Ucrania puede ganar una guerra contra Rusia, no sola, sino con entrenadores anglosajones y con las armas de la OTAN. Esa ha sido la primera alegación. Nuestra segunda alegación estratégica ha sido que las sanciones debilitarán a Rusia y desestabilizarán la dirección en Moscú. El tercer elemento estratégico consistía en que seríamos capaces de manejar las consecuencias económicas de las sanciones, que también nos afectarán a nosotros, es decir, ellos sufrirán más y nosotros sufriremos menos. Y la cuarta consideración estratégica fue que el mundo se alinearía detrás de nosotros, porque tenemos razón. Sin embargo, como resultado de esta excelente estrategia, la situación es que hoy estamos sentados en un auto con llantas ponchadas en las cuatro ruedas. Es totalmente evidente que la guerra no se puede ganar de esta manera. Los ucranianos nunca ganarán una guerra contra Rusia con armas y oficiales de entrenamiento estadounidenses. Sencillamente, porque el ejército ruso tiene una ventaja asimétrica. El segundo hecho que tenemos que enfrentar es que las sanciones no tumbarán a Moscú. El tercero es que Europa está metido en problemas económicos y políticos, y los gobiernos están cayendo como fichas de dominó. Sólo desde la guerra ha caído el gobierno de los británicos, el de los italianos, el de los búlgaros y el de los estonios. ¿Y cuánto tiempo queda todavía hasta otoño? El gran aumento de precios se produjo en junio, cuando se duplicó el precio de la energía. Los efectos de esto en la vida de las personas apenas comienzan a surgir, generando descontento, y ya hemos perdido cuatro gobiernos. Y finalmente, el mundo no simplemente no está con nosotros, sino que de una manera expresa demuestra que no está con nosotros. O sea que ha dejado de existir la capacidad de los estadounidenses que anteriormente existía y consistía en asignar – como lo expresan ellos – el imperio del mal, y en instarle al mundo que se colocara del lado bueno de la historia y entonces el mundo obedecía; además la verdad es que nos molesta un poco esto ya que los comunistas siempre alegaban lo mismo. La mayor parte del mundo manifiestamente no se pone allí: los chinos, los indios, los brasileños, o bien, tampoco Sudáfrica, el mundo árabe y África. La mayoría de ellos simplemente no están dispuestos a participar en esta guerra, y no porque piensen que la posición de los occidentales no esté en lo cierto, sino porque para ellos el mundo no consiste solo en esta guerra, sino que también tienen sus propios problemas con los que deben enfrentarse, los que quieren resolver. Fácilmente puede ocurrir que esta guerra sea la que pondrá fin de manera manifiesta a la superioridad del Occidente, con la que fue capaz de crear una unidad mundial contra algunos, usando diversos recursos en temas seleccionados. Esta era está llegando a su fin. En el lenguaje de la política dicen que un orden mundial multipolar está llamando a nuestras puertas ahora.

Hablando de la guerra, y usando un estilo apropiado, la pregunta importante es: sto diélaty? Existe el problema de que el ejército de Hungría no parece grande en comparación con otros. Existe también el problema de que se puede decir que el PIB húngaro es modesto en comparación con, por ejemplo, el producto nacional bruto de los grandes países europeos y el de los EE. UU. Pues tal vez podamos entender la situación y tengamos excelentes consideraciones sobre la guerra, tengamos claridad, tengamos una propuesta estratégica, pero ya saben, en cuestiones de guerra, eso poco importa, porque la guerra es un preludio. La palabra del más fuerte decide. Hungría no debe abrigar la ilusión de que con nuestros excelentes consejos podamos influir en los acontecimientos de la guerra o en la estrategia del Occidente. Aun así, considero una cuestión moral y de honor que en cada debate tratemos de comunicar nuestra posición y también debemos tratar de persuadir a los occidentales para que desarrollen una nueva estrategia en lugar de redactar vacíos informes de victoria. Si las llantas de las cuatro ruedas del automóvil están pinchadas, entonces se las debe cambiar, todas. Se necesita una nueva estrategia, cuyo foco no debe estar en ganar la guerra, sino en las negociaciones de paz y la formulación de una buena oferta de paz. Tengo que decir metafóricamente hablando que ahora el trabajo de la Unión Europea no debería consistir en ponerse del lado de los rusos o de los ucranianos, sino en ponerse entre Rusia y Ucrania. Esta debería ser la esencia de una nueva estrategia.

¿Qué va a suceder? Los rusos hablan un lenguaje antiguo. Pues, al escucharlos – el sistema de gestos, las categorías, las palabras… – es como escuchar sonidos del pasado. Cuando escucho al Sr. Lavrov, suena parecido a lo que escuchamos hace treinta o cuarenta años, pero eso no significa que lo que dicen no tenga sentido. Tiene sentido y vale la pena tomarlo en serio. Hace dos días, por ejemplo, el representante oficial de Rusia dijo que avanzarán en Ucrania hasta que la línea del frente esté tan lejos desde donde ya no sea posible alcanzar con armas en manos de los ucranianos los territorios rusos. Es decir, cuantas más armas modernas suministre la OTAN a los ucranianos, tanto más lejos moverán los rusos la línea del frente, porque son un pueblo militar que solo piensa en la seguridad y solo está interesado en no ser atacado militarmente desde el territorio de Ucrania. De esta manera lo que estamos haciendo en este momento es contribuir a la prolongación de la guerra, lo queramos o no. Esto significa, y deberíamos hacernos a la idea, que no habrá negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Los que esperan esto, están esperando en vano. Dado que Rusia quiere garantías de seguridad, la guerra solo puede terminar mediante negociaciones ruso-estadounidenses. Hasta que no haya una negociación entre Rusia y los Estados Unidos, no habrá paz. Podríamos plantear que bueno, aquí estamos nosotros, los europeos, pero lamentablemente, amigos, tengo que decir que los europeos hemos desperdiciado nuestra oportunidad de influir en las cosas. La hemos perdido después de 2014, cuando dejamos fuera a los estadounidenses del primer conflicto, del primer acuerdo de Minsk establecido en la Guerra de Crimea, y logramos un acuerdo de Minsk con garantía germano-francesa, que debería haber sido ejecutado. Pero, lamentablemente, nosotros, los europeos, o bien, en nuestra representación los alemanes y los franceses no pudieron forzar su implementación, por lo que los rusos ya no quieren negociar con nosotros ahora, sino con alguien que pueda forzar la implementación de lo acordado con Ucrania. Por siguiente la situación es que Europa se encuentra una vez más en la posición de que no tendrá voz en el tema de seguridad más importante, sino lo decidirán otra vez los estadounidenses y los rusos, tal como fue después de la Segunda Guerra Mundial.

Me gustaría hacer un comentario aquí, porque desde este punto de vista es posible percibir el peligro que conlleva la propuesta de la Unión Europea para transformar el sistema actual y el sistema de toma de decisiones de política exterior de los estados miembros, en el que actualmente todas las decisiones de política exterior solo pueden tomarse por unanimidad, pero proponen cambiarlo para que una política exterior común europea pueda tomarse con una mayoría simple. Según la experiencia histórica húngara, al imponer a un país una política exterior que este país no quiere, aun si tiene que ser votada por dos tercios de los votos en la unión, esto se debe llamar simplemente imperialismo. Y el argumento de que, de lo contrario, Europa no puede convertirse en un factor político mundial es nuevamente una ilusión. Europa no puede convertirse en un factor político mundial porque no es capaz de mantener el orden tampoco en su propia casa, en sus propios patios traseros. El mejor ejemplo de esto es la guerra ruso-ucraniana. Es esto lo que debería ser resuelto, pero puedo dar otros ejemplos. La implementación de Minsk debería haber sido forzado. Les driblan a los croatas en Bosnia. Es una pregunta complicada, solo quiero que sepan que los croatas que viven en Bosnia y tienen derecho a elegir a sus líderes son driblados por los bosnios, y de hecho los bosnios son los que eligen a los croatas, aprovechando las lagunas en la ley electoral. Los croatas hablan de este asunto en cada reunión del Consejo, los húngaros los apoyamos con todas nuestras armas, pero la Unión no es capaz de resolver este problema. O aquí está el problema de la protección de las propias fronteras. No deberíamos ser un factor político mundial. El nivel de ambición también se cumpliría si la unión pudiera proteger sus propias fronteras, pero no lo puede hacer, de hecho, el pobre Salvini, que lo intentó hacer, es llevado a los tribunales y quieren encarcelarlo. O aquí está la ampliación con los Balcanes. Grecia es miembro de la UE, Hungría es miembro de la UE, y entre los dos hay un gran agujero negro: los Balcanes. Los Balcanes deberían ser incluidos en el propio mundo de la Unión por razones tanto geopolíticas como económicas, pero la Unión no es capaz de hacerlo. Por lo tanto, Europa no debería aspirar a un rol político a escala mundial, sino que debería establecer y cumplir el modesto objetivo de poder resolver los problemas de política exterior que vayan surgiendo dentro de su propio entorno.

Demografía, migración, género, guerra. El quinto conjunto de grandes desafíos que enfrentamos es el tema de la energía y la economía. Una pregunta complicada. En tales casos, lo mejor es volver al inicio, como se debe hacer después de un paso fallido de baile, y comenzar desde el principio, es decir, comenzar a comprender la situación nuevamente y hacer las preguntas más simples. La pregunta más simple es: ¿quiénes ganan con esta guerra? La respuesta es que los que tienen propios recursos energéticos, a ellos les va bien. A los rusos les está yendo bien. Hemos calculado mal pensando que, si no les compramos los recursos energéticos a los rusos, entonces tendrán menos ingresos, lo cual es una equivocación, porque los ingresos están determinados no solo por la cantidad vendida, sino también por su precio. Y la situación hoy es que los rusos venden menos energía, pero ganan mucho más. Así que a los rusos les está yendo bien. Aunque las importaciones de la Unión Europea desde Rusia disminuyeron en un 23 por ciento, los ingresos de Gazprom se duplicaron durante el mismo período. A los chinos les ha ido bien. Los chinos anteriormente dependían de los árabes en cuanto a los recursos energéticos, ya que todos los recursos energéticos los habían obtenido de esa zona del mundo. Pero ahora que no los estamos comprando a los rusos, hemos desviado los recursos energéticos rusos a China, por lo que China ha eliminado su dependencia energética. Y, por supuesto, a las grandes empresas estadounidenses les está yendo bien. He recogido estas cifras; las ganancias de Exxon se han duplicado en 2022, las de Chevron se han cuadruplicado y las de ConocoPhillips se han multiplicado por seis. Así que sabemos a quiénes les va bien económicamente. ¿Y a quiénes les está yendo mal? A la Unión Europea le está yendo mal, porque su déficit energético – o sea la diferencia de valor entre sus exportaciones e importaciones – se ha triplicado, ahora es de menos 189 mil millones.

¿Cómo nos afecta esto? El asunto o el asunto más importante, es la llamada reducción de gastos generales de vivienda. ¿Cuál es el futuro de la reducción de gastos generales de vivienda en Hungría? Ayer escuché al jefe del partido Unión Democrática de Húngaros en Rumanía y entendí cómo lo hacen aquí en Rumanía, es decir, cómo intentan ayudar a la gente a mantenerse a flote incluso con los precios de energía tan altos. Bueno, en Hungría lo hacemos de manera diferente. En Hungría, introdujimos un sistema a principios de la década de 2010 que, en mi opinión, fue un gran acto político y un logro sociopolítico muy serio. Porque ya en 2010 se veía que, en comparación con los ingresos que tenían las familias, el precio de la energía – calculado sobre la base del mercado – era muy alto, y por lo tanto gran parte de los ingresos de las familias se los llevaba el costo de vida, es decir, los gastos generales de los servicios públicos. Por eso introdujimos un sistema, en el cual garantizamos a todos gas, electricidad y calefacción urbana a un precio fijo, independiente del precio de la energía en el mercado. El precio de mercado era más alto que el precio general establecido, la diferencia la cubría el gobierno con cargo al presupuesto. Este era el sistema húngaro. Esto funcionó bien durante diez años. El problema ahora es que la guerra ha desequilibrado este sistema, porque los precios de energía ahora corresponden a los tiempos de guerra. La tarea es proteger de alguna manera la reducción de gastos generales. Me parece que lo podremos lograr, en la forma que todos seguirán teniendo el precio reducido hasta el nivel promedio de consumo. Esto no es así en Rumanía. En Hungría se mantendrá el precio previamente reducido para todos hasta el consumo medio, y lo consumido por encima de este nivel, será pagado por el precio de mercado, cuya tarifa publicamos hace unos días. Si logramos mantener y proteger esto, lo podremos considerar también un gran acto político y un logro sociopolítico. Y para que tengan una idea de la magnitud de lo que ha cambiado: respecto al año 2021, tengo que decir que el monto que pagó el estado húngaro, debido a que el precio reducido de los servicios públicos estaba por debajo al precio de mercado, fue de 296 mil millones HUF, en total. En 2022, si los precios actuales se mantienen hasta fin de año, ya no tendríamos que pagar 296 mil millones de HUF, sino 2051 mil millones de HUF, o sea, siete veces más, y es obvio que la economía húngara simplemente no lo aguantaría. Esto hay que solucionarlo. Por eso decidimos proteger el consumo medio, pero por encima del consumo medio habrá un precio de mercado. Por eso reprogramamos todo tipo de inversiones que no sean energéticas. No vamos a iniciar proyectos que no han sido comenzados; las inversiones estatales que ya están en marcha, las vamos a terminar, porque nada se puede quedar incompleto. Completaremos todo aquí, incluso al otro lado de las fronteras. Vamos a garantizar los fondos necesarios para mantener estos proyectos, tanto en Hungría como aquí, pero no podemos iniciar nuevas inversiones, porque no puedo garantizar ni aquí, para ustedes, ni en casa, que podamos terminar lo que ahora comenzaríamos. Y eso sería una irresponsabilidad, así que hay que esperar.

Y finalmente, hay una tarea más: tenemos que liberarnos del gas, ya que la electricidad es una carga mucho menor para Hungría, porque tenemos una planta de energía nuclear y también tenemos energía solar. Si podemos desviar el consumo de gas hacia otra cosa, digamos, hacia la electricidad o la biomasa, que es la forma moderna de llamar la leña, entonces la carga que nos oprime disminuirá. Esta es una tarea sostenible y factible con los planes actuales del presupuesto.

El siguiente problema al que nos enfrentamos en el campo de la economía es la recesión. Esta es la forma elegante de decir que el desempeño de la economía en el próximo año será más bajo que el año anterior. Toda Europa está asolada por el peligro de la recesión. En Hungría, esto también se complementa con el hecho de que, dado que tenemos el florín húngaro, cuando cambia el tipo de cambio dólar/euro, es decir, el dólar se fortalece, esto automática e inmediatamente conduce al debilitamiento del florín. Y si estamos en una era en la que el dólar sigue fortaleciéndose frente al euro, o al menos mantiene el alto nivel que ha alcanzado, esto trae consigo automáticamente el debilitamiento del florín. Además, todavía queda la pregunta de si el próximo año el rendimiento de la economía será inferior al de este año. Según la previsión del presupuesto aprobado, no será así, sino creceremos. El problema es que, al mismo tiempo en toda Europa, o al menos en la mayoría de los países europeos, es seguro que habrá una recesión, lo cual provocará una desestabilización política. Bueno, los antiguos griegos decían que el mundo tenía dos estados: unas veces el mundo está ordenado, esto se llama cosmos, y otras veces está desordenado, lo que se llama caos. Y es allí hacia donde se dirige la economía europea en la actualidad. El dilema con el que tenemos que lidiar los húngaros, y encontrarle una solución, suena así: en medio de una recesión global, es posible o no lograr una excepción local. Para los próximos dos años, nos fijamos el objetivo de hacer de Hungría una excepción local en época de una crisis global. ¡Es un ambicioso objetivo!

Esto también significa que, aunque nos gustaría ver juntos los cuatro años que tenemos por delante después de las elecciones, esto no es posible, porque estos cuatro años consisten en dos veces dos años. Están los dos primeros años: de 2022 a 2024. Habrá elecciones presidenciales en los Estados Unidos en 2024, y luego creo que vendrá la primera oportunidad real para la paz, y luego vendrán los dos años entre 2024 y 2026. Hace falta tener un plan diferente para los primeros dos años y para los segundos dos años. ¿Será posible lograr que Hungría sea una excepción local? Podremos tener éxito, sí. La palabra clave es quedarnos al margen. Por lo tanto, Hungría podrá mantener su éxito en un sentido económico si nos mantenemos al margen de la guerra, si nos mantenemos al margen de la migración, si nos mantenemos al margen de las tonterías de género, si nos mantenemos al margen del impuesto global – debido a la falta de tiempo no hablaré mucho sobre esto ahora, pero también quieren imponernos esto -, y tenemos que mantenernos al margen de la recesión general en Europa.

La buena noticia es que lo logramos en 2010. Es buena noticia que también lo logramos en 2020, durante la pandemia de COVID. Hemos salido de cada crisis, más fuertes de lo que éramos cuando habíamos entrado en ella. Lo que sucedió en 2020 fue que adelantamos en la curva, o sea, superamos el desempeño económico per cápita de Grecia y Portugal durante la crisis. El problema ha sido que mientras estábamos adelantando en una curva, cayó una buena llovizna helada sobre nosotros, y ahora tenemos que mantener de alguna manera nuestro vehículo sobre la pista.

Creo que – de acuerdo con la nueva situación y para tener éxito – es importante poder celebrar nuevos acuerdos con todos los actores importantes, no solo en términos políticos, sino también económicos. Debe celebrarse un nuevo acuerdo con la Unión Europea. Estas negociaciones financieras se están llevando a cabo, y vamos a lograr un acuerdo. Ahora, tomados de la mano, caminamos juntos hasta la pared, allí nos pararemos, nos tornaremos los unos a los otros, nos abrazaremos y nos pondremos de acuerdo. Además, debemos concluir un nuevo acuerdo con los rusos. Hungría debe concluir un nuevo acuerdo con los rusos, Hungría debe concluir un nuevo acuerdo con los chinos y luego también se debe concluir un nuevo acuerdo con los Estados Unidos, que podría ser más fácil con los republicanos que con los demócratas actuales. Y si lograremos solucionar esto, podremos ponernos de acuerdo con todos según lo requieran nuestros intereses nacionales, entonces en 2024 podremos volver al anterior camino de crecimiento y desarrollo.

Finalmente, debo decir que mientras hacemos malabares con los años, no debemos olvidar que en realidad debemos ir por 2030. He hablado de muchas cosas, y ahora el gobierno húngaro me recuerda principalmente a los artistas chinos que giran en el aire veinte platos al mismo tiempo, y ninguno de ellos debe caer. Esta es, a grandes rasgos, la tarea que tenemos que resolver, pero no debemos perder de vista que, además de hacer girar los platos, el horizonte y el tiempo más importante en nuestro pensamiento es alrededor de 2030. Según nuestro análisis, para entonces los problemas del mundo occidental se acumularán y se multiplicarán, generando una fuerza de tensión. Habrá una crisis muy grave en los Estados Unidos. Si ya he recomendado antes al autor francés, ahora recomiendo a todos el libro del analista estadounidense Friedman, también publicado en húngaro, que se titula “Tormenta antes de la calma”, él pronostica a grandes rasgos fases de los diversos desafíos que tendrá que afrontar los EE.UU., y que culminarán alrededor de 2030. Pero de alguna manera, en este marco de tiempo aparecerán también todos los problemas de la eurozona, cuya esencia es que las trayectorias de desarrollo del Sur y del Norte se difieren entre sí: el Sur está endeudado y el Norte tiene que financiar esto, lo que va provocando una tensión que al cabo de cierto tiempo, si los del sur no se reforman a la manera del norte, dejará de ser sostenible. No obstante, los del sur no muestran mucha inclinación a cambiar repentinamente su cultura, razón por la cual la deuda nacional de los países del sur está en la altura del 120-150-180 por ciento. Y luego, alrededor de 2030, habrá una nueva dinámica de poder político dentro de la unión, porque los centroeuropeos, – que reciben el trato que reciben, no necesito explicar esto -, ya serán contribuyentes netos por aquel tiempo. Así que llegará el momento en que, debido al desarrollo más rápido comparado con ellos, en total Hungría no recibirá dinero de la Unión, sino que lo pagará. Contribuirá más de lo que recibirá. Los checos ya están muy cerca de esto. Si los polacos siguen desarrollándose como lo vemos ahora, pronto estarán allí, alrededor de 2030, y nosotros también estaremos por allí en ese momento. Esto significa que habrá nuevas dinámicas de poder: quien paga, ordena la música. Esto también cambiará nuestra relación, creará una nueva situación para nosotros dentro de la Unión Europea. En otras palabras, queridos amigos, en esa época, alrededor de 2030, deberíamos estar en plena forma. Entonces hará falta la fuerza. Una fuerza diplomática, económica, militar e intelectual.

Y finalmente, siguiendo el consejo de Zsolt, ahora solo enumeraré aquellos factores que ayudarán a Hungría a hacer de nosotros una excepción local en medio de una recesión global.

El primero es que seguimos teniendo una protección fronteriza.

El segundo es que nuestra sociedad se basa en la familia, lo cual es una condición que garantiza energía y motivación serias.

Recién ahora estamos haciendo grandes desarrollos industriales militares y el desarrollo del ejército.

Diversificamos nuestras fuentes de energía. Entre paréntesis: lo que la Unión quiere no es una diversificación. La diversificación significa que no eres vulnerable porque puedes obtener energía de diferentes lugares. Lo que ellos están haciendo es imponer sanciones, cuyo objetivo es eliminar alguna opción de suministro. Son cosas bien diferentes. Nosotros no queremos que no podamos comprarle a Rusia, en cambio queremos evitar que solo podamos comprar desde allí.

Nuestra quinta oportunidad es aprovechar el cambio tecnológico. Si somos lo suficientemente rápidos, siempre podremos ganar en los cambios tecnológicos. Aquí está el ejemplo de los coches eléctricos. Estamos haciendo enormes inversiones en baterías en Hungría y, en cuestión de segundos, seremos el tercer mayor fabricante de baterías del mundo, no en términos porcentuales, sino en términos absolutos, y el quinto mayor exportador del mundo. Así que hay estos huecos donde podemos entrar.

Nuestra sexta gran oportunidad son las entradas de capital extranjero. El capital viene tanto del Este como del Oeste. En 2019 o quizás 2020, fue Corea del Sur que trajo la mayor cantidad de inversiones, al año siguiente fue China, y este año es Corea nuevamente, mientras que las inversiones alemanas también siguen presentes. Ayer se anunció la construcción de la nueva fábrica de Mercedes, una inversión de mil millones de euros. Somos un país de tránsito y queremos seguir siendo una economía de tránsito, donde debo señalar que, si el mundo se transforma alrededor de bloques y vuelve a dividirse en este y oeste, entonces dejaremos de ser un lugar de encuentro, un país de tránsito, no seremos una puerta de entrada, de contacto, que combina las ventajas tanto de Oriente como de Occidente, porque si hay bloques, entonces seremos el borde de algo, seremos una periferia. Y entonces no tendremos una Hungría próspera en florecimiento, sino Hungría será más bien como una guarnición avanzada y polvorienta, descrita por Jenő Rejtő. Por lo tanto, debemos oponernos a cualquier transformación en bloques. Esta es la única forma en que se beneficiará un país de tránsito y una economía de tránsito.

Nuestra próxima y octava oportunidad consiste en la estabilidad política, ya que tenemos dos tercios, un gobierno de dos tercios no puede ser derrocado, no tenemos disputas de coalición, ya que no tenemos coalición. De hecho, – probablemente ustedes le prestaron menos atención a esto -, pero recientemente también hemos llevado a cabo un cambio generacional en el lado nacional. Ahora pongamos entre paréntesis la circunstancia de que los compañeros del Occidente comienzan sus carreras políticas al tener mi edad. Esto es diferente en Hungría, yo ya estoy saliendo. Y es necesario asegurarse de que la próxima generación también tenga el mismo liderazgo nacional y emocionalmente comprometido que le dimos nosotros a Hungría, por lo que en silencio hemos llevado a cabo un relevo generacional, cuyo símbolo es que nuestra presidenta de república es una mujer de 44 años, madre de tres hijos, frente o junto a un primer ministro ya casi sesentón, como soy yo. Y si miran al gobierno, ven ministros en sus cuarenta, a veces a principios de sus cuarenta, que podrán garantizar un liderazgo en Hungría durante veinte o treinta años más. Eso sí, el relevo generacional nunca es fácil, porque no es lo mismo si los nuevos tiran del carro o se lo toman a juerga. Los que se lo toman a juerga hay que presentarlos en la carpa del circo, y los que tiran del carro deben ser incluidos en la toma de decisiones políticas.

El noveno punto de una estrategia exitosa para lograr esta excepción local son los fundamentos intelectuales. Ya que Hungría todavía sigue teniendo un pensamiento nacional, un mundo de sentimientos nacionales, tiene su cultura y su idioma adecuado para describir todo un mundo húngaro completo.

Y finalmente, la décima cosa que nos da chance para tener éxito, la llamo ambición. Hungría tiene ambiciones. Hungría tiene ambiciones comunitarias e incluso nacionales. Tiene ambiciones nacionales e incluso europeas. Es por eso que debemos permanecer juntos en el próximo período difícil, para preservar nuestras ambiciones nacionales. Nuestro país de origen debe permanecer unido, y Transilvania y las demás áreas habitadas por húngaros en la cuenca de los Cárpatos también deben permanecer unidos. Y esta ambición, queridos amigos, es lo que nos alimenta, esto es lo que nos impulsa, este es nuestro combustible. La consideración de que siempre hemos dado más al mundo de lo que hemos recibido, que siempre se nos ha quitado más de lo que se nos ha dado, que tenemos cuentas sin saldar, que somos mejores, más diligentes y talentosos de lo que hemos alcanzado hasta ahora y que la forma en que vivimos refleja, y el hecho de que el mundo nos debe, y nosotros queremos y vamos a cobrar esta deuda. Esta es nuestra mayor ambición.

Gracias por haberme escuchado. ¡Adelante, Hungría, adelante, húngaros!